3. Ficaria, un error en la declinación de un nombre
- Miguel Zapata-Ros
- 24 jul 2020
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Actualizado: 25 jul 2020

Imagen 1. El mons ilucrensis o mons agertariensis, actual Sierra de las Moreras, tras el Puerto de Mazarrón, con la fachada de La Loma del Alamillo, vistos desde los acantilados cerca de El Mojón.
Miguel Zapata Ros [1]
El nombre de Ficaria, en contra de lo que se ha supuesto, no responde exclusivamente al nombre de un poblamiento romano. Es verdad que, como hemos visto en el apartado anterior, hubo una ciudad, una civitas, llamada Ilucro, que coincidió con un vasto territorio, y con una demarcación administrativa, dentro del cual estaría lo que ahora son el Puerto de Mazarrón , el Alamillo, Playa Grande y parte de Bolnuevo.
No obstante, en diversas fuentes se ha utilizado el nombre de Ficaria o el adjetivo de Ficariensis para señalar a esa población, pero también a una sociedad minera romana.
Lo que vamos a escribir a partir de ahora es para justificar que no existieron ni la sociedad minera ni la población con ese nombre. Todo se debe a una confusión en la interpretación que hizo Juan Lozano, en Bastitania y Contestania del Reino de Murcia, de una inscripción en el pie de unas estatuas de los dioses tutelares de Ilucro. A partir de esta interpretación otros autores, como Belda, que la dan por cierta y la utilizan para desarrollar sus trabajos actúan como difusores y validadores de la idea. Pero en todo lo que hemos visto siempre ha sido así, siempre se ha utilizado el mismo argumento. Unos citan a otros y finalmente todos van a dar en Lozano, y este a su vez utiliza una referencia vaga de Xerif Aledris, geógrafo y cartógrafo árabe, llamado el Nubiense. Pero, primero, ese nombre, es el toponímico que él utiliza para esa zona tomado de una expresión de los habitantes en el siglo XII, muy después de la época de Ilucro, que está datada no más allá del siglo IV de nuestra era. Por otra parte, Lozano siempre remite a unas inscripciones de las peanas de unas estatuas que después veremos con todo detalle. Ellas van a ser la base de la refutación que aquí haremos.
De esta forma resulta curioso que la posible confusión ¿intencionada a fortiori? de Lozano consistiese en confundir, en la inscripción de las esculturas, el genitivo latino ficariensis, como el pretendía, con el dativo ficariensi, que es el que aparecía realmente en la inscripción.
¿Por qué dativo en vez de genitivo? Pues porque es perfectamente posible que el dios Genio, de él se trataba, se consagrase como deidad tutelar de los agricultores y en particular de los que cultivaban las higueras, al igual que había dioses tutelares de los pescadores o de los mineros. Y que la inscripción dijera fuese “Genio, dios para los cultivadores de higueras”. Y es bastante poco verosímil por otra parte que, como sostiene Lozano, quedase en una piedra para toda la eternidad una falta de ortografía. O que se debiese al estado de corrupción del latín vigente en esa época, eso era una justificación a fortiori para arrimar el agua a su molino.
Todo esto es lo que trataremos en esta parte. Comprobando en primer lugar que nunca existió la Societas Montis Ficariensis
1. La Societas Ficariensis
En el mundo romano las actividades mercantiles, extractivas o de transformación estaban perfectamente organizadas y reguladas por un poderoso código mercantil que permitía la extracción, transformación, transporte, comercialización y distribución de los minerales y de otras mercancías obtenidas de las provincias. El titular de esas sociedades era por lo general una gens, la estructura social básica de la sociedad romana, equivalente a nuestra familia en el sentido que hasta ahora ha tenido y a nuestra familia amplia en la extensión. Diversos autores que, para el caso no conviene entretenernos, señalan que, en esta parte del Mediterráneo, cada gens estaba nucleada en torno a un pater familias que frecuentemente era un liberto procedente de Grecia o Judea, al que por razones diversas, muchas veces económicas y basadas en la eficiencia demostrada o en la fidelidad al emperador y su lobby, se le daba la concesión, que normalmente iba acompañada, como contrapartida, de la delegación de alguna función administrativa. Este entramado era básico para el andamiaje social y político del imperio romano. Veremos que está probada la existencia de una de estas Societas, la Societas Ilucrensis, que Rafael González vincula con la gens Rubelia. Sin embargo no sucede así con la que aparece en algunos textos como Societas Ficariensis.
En la indagación que hemos realizado, la mención explícita a una Societas Montis Ficariensis o a una Societas Ficariensis aparece únicamente en los siguientes documentos:
En The Organization of Mining and Metal Production in Carthago Noua between the late Republic and Early Empire, de Borja Díaz Ariño y Juan Antolinos Marín, en 2013, los autores citan, exclusivamente para justificar la existencia de la Societas Ficariensis, la inscripción en la base de la escultura del Dios Genio que estudiaremos más tarde, pero donde se hace alusión a la cualidad del dios como protector de los ficarienses. En ella no se menciona nada de una Societas, ni la estatua es un producto que se pueda identificar con la minería.
En esta situación creí conveniente pedir información a los autores. Lo hice a través de mensajería y también a través de red social científica donde se había subido el preprint.
El texto del mensaje es
Estimado Borja Díaz: Además de la inscripción en la estatuilla del Dios Genio ¿qué otra evidencia hay de la existencia del denominativo, toponímico o lo que sea de la entidad ficariensis? ¿Qué evidencia hay y dónde está la existencia de las sociedades montis Ficariensis? Si es específicamente el trabajo de Juan Lozano Bastitania y Contestania del Reino de Murcia eso está rebatido por Ramallo. Gracias de antemano por su aclaración. Puede escribir también a mi dirección.
De estos autores, Borja Díaz Ariño y Antolinos Marín, hay otro trabajo, también de 2013, con un esquema similar. Se trata de Los argentarii y las sociedades mineras en la zona de Carthago Nova, publicado en Tarraco Biennal, como actas del 1er Congrés Internacional d'Arqueologia i Món Antic.
En él sus autores basan igualmente la existencia de la Sociedad Ficariensis a la inscripción del dispensador Albano, en las bases de las esculturas de los genios tutelares, diciendo que está vinculado a la sociedad. Pero eso no está probado. No dan pruebas ni aportan ningún argumento más que el enunciado de la afirmación. Todo lo más, en la página 119 dicen “tenemos bien atestiguada” y trasladan la prueba a “El conjunto escultórico consagrado por el dispensator Albanus (II)” de Noguera y Navarro, en 1995, páginas de la 357 a la 373. Pero en este excelente trabajo, la mejor descripción de las estatuillas y de las placas, NO DICE NADA DE LA EXPLOTACIÓN MINERA FICARIENSI(S) NI DE LA SOCIENDAD MONS FICARIENSI(S).
Otro documento es el de Marín y Díaz Ariño, de 2013, titulado Los Argentarii y las societates mineras en la zona de Carthago Nova. Donde otra vez remite al mismo argumento de la peana del dios Genio. En él dice:
“La más conocida de las dos es tal vez la societas montis Ficariensis, documentada en las inscripciones que acompañaban a un importante conjunto escultórico dedicado en época flavia a la Mater Terra y a los genii del mons y de la societas Ficariensis por un dispensator llamado Albanus que trabajaba para la citada compañía.”
Otro documento es el titulado Las minas del Sureste peninsular y de Sierra Morena en el cambio de era , de Luis Arboledas Martínez, Almudena Orejas Saco del Valle, Juan Antonio Antolinos Marín y Christian Rico publicado en 2017. La única mención que se hace remite a unas obras de Antolinos y Díaz, de 2012; y Antolinos, Díaz y Guillén, de 2013. Obras que no aparecen como tales de estos autores por ningún lado. Entendemos que como un autor, Antolinos Marín, es común con los dos primeros y en ellos siempre justifica la dicha Societas en la inscripción dela peana del dios tutelar Genio, el argumento de los dos primeros casos es válido en éste también pero en diferido, y que la ausencia de respuesta del otro autor, Borja Díaz también debe aplicarse en este caso.
El artículo está publicado en la revista la revista Gerión de la Universidad Complutense de Madrid.
En definitiva, todo remite a la peana de los dioses tutelares. Se basan en la placa del Dios Genio, de Albano, que ya hemos visto. No existe pues una evidencia propia y original de que exista esa empresa.
Las estatuas están en el Museo Arqueológico Provincial. Hay una “Guía del Museo Arqueológico de Murcia” escrita por su director en la época, Manuel Jorge Aragoneses y publicada en 1956. En ella se reseñan y describen brevemente los materiales procedentes de Mazarrón expuestos en sus salas. Actualmente el grupo escultórico se encuentra en la sala 14 de la planta alta, está compuesto por las tres figuras acéfalas de la Terra Mater y los Genios, con la transcripción de sus correspondientes inscripciones.
A partir de estos trabajos he estado allí y he tendido ocasiones de examinarlas con detenimiento durante esta pandemia, en su segunda parte, en la que el museo estuvo abierto.

A un pedestal con las siglas S M F va dedicado el quinto documento. Es su leit motiv.

El documento siguiente, ya desde el título, es muy explícito. Se trata del artículo S(ocietas) M(ontis) F(icarensis). Nota sobre la inscripción CIL II 3527 (Mazarrón, Murcia), de María José Pena Gimeno. En esta disciplina, en su literatura, es norma diferenciar lo real, como son las siglas SMF que aparecen en el pedestal, de lo supuesto, de la hipótesis, que se escribe entre paréntesis. Así el paper se dedica exclusivamente a interpretar las siglas S M F como las de Societas Montis Ficarensis.
De manera que en este trabajo, la autora basa la existencia de una Societas Montis Ficariensis en la interpretación de las siglas S M F en una de las peanas de los dioses tutelares. La idea está resumida en la página 43:

Lo cual supone:
a) Que la existencia de la Societas Ficariensis se basa exclusivamente en la inscripción. Es una razón igual de débil que las anteriores y por las mismas razones.
b) De aceptarla se excluye que esas siglas sean de Municipium Ficariensis, con lo cual excluye la existencia de un municipium a pesar de la importancia de la población, incluso dice que es un poblado. Y lo principal excluye la opción de Ficaria tal como establece Lozano, Belda, y los autores de las cuatro opciones anteriores.
c) Rechaza la opción de Belda de la existencia de un Municipium Flavio.
De todo ello trataremos en el punto siguiente. En este baste decir que la existencia de una Societas Ficariensis está basada en una interpretación de unas siglas de unas estatuas que en principio no está demostrado que tengan que ver con la minería ni con una empresa minera. Albano que es quien otorga la dispensa para el culto es simplemente un funcionario romano. Un proveedor imperial con otras funciones, entre ellas establecer la dispensa para el culto de imágenes.
2. El Municipium Ficariensis
Ya hemos hablado en el apartado dedicado a la societas del trabajo LOS ARGENTARII Y LAS SOCIETATES MINERAS DE LA ZONA DE CARTHAGO NOVA. Sus autores, Borja Díaz y Juan Antonio Antolinos, citan como prueba para la existencia de la sociedad ficariense el trabajo de Noguera y NAVARRO de 1995. Sin embargo allí no hablan nada de la sociedad, pero lo realmente importante de él es que nos dan la clave y la prueba para afirmar que Ilucro es un municipium.
Este trabajo es en ese sentido LA APORTACIÓN QUE NOS DA LA CLAVE. Está en la página 365.

Imagen. Escultura del dios tutelar Genio, en cuya base está la placa con la inscripción

Que vemos en las imágenes siguientes


Este importantísimo trabajo da una aportación muy importante para la M que aparece en la estatua del Genio, en la expresión M F(icariensis), aceptando el razonamiento que hace para la F.
La opción que da para la M es la de maximus, y entre las opciones que plantea para la F elige la de ficariensi, la obvia y evidente, la que constituye la formulación, si no le buscamos las tres patas al gato, de que es un dativo. Como expresamente lo es si, como es lógico, descartamos la rebuscada alternativa que da Juan Lozano para justificar a fortiori su posición de que se trata de un genitivo.
Por otro lado, esa opción es la misma que la que aparece en la peana de la otra estatua. Esa coincidencia le da sentido a todo. No es verosímil que tuvieran el lapsus de confundir un genitivo con un dativo escribiendo en piedra.
Por tanto, si aplicamos un elemental principio de parsimonia se trataría, como expresamente está grabado, de un dativo. Y entonces, como muy bien explica en su alegato a favor de los higos y acerca de Mazarrón como una tierra que proporciona unos excelente de higos, MF serían las iniciales de Maximus Ficariesi. Que interpretada como dativo, lo que realmente significaría es: Genio, deidad local, máxima, o la mejor, para los higos, o protectora de los higos y de las higueras. (NOGUERA y NAVARRO, 1995, p. 365). Para Noguera y Navarro señalan unos claros precedentes, entre los que se encuentra la inscripción de Broughan Castle (Gran Bretaña):

Pero en esa misma interesantísima publicación, antes, en la página 358, se curan en salud y contraponen dos opciones: la interpretación de la M como municipium, y citan una tendencia y un conjunto de autores que lo justifican en la civitas extensa, del siglo I, que existe bajo el Puerto de Mazarrón, y la interpretación de la M como máximus en el sentido que hemos descrito.
No dan razones claras para descartar la primera, pero es por que interesa a su interpretación, pero constatan esa tendencia:

En todo caso, ese comentario tiene un carácter marginal. En todo lo demás, es la publicación más rigurosa y detallada que he encontrado sobre las estatuas de Genio y sobre las plaquetas donde se incluye el término ficariensi.
Son igualmente interesantes las imágenes de la época de las tres esculturas (página 361) y de las inscripciones (página 359):


Esta publicación también es importante porque aparecen referencias a todo lo que existe sobre las estatuas y sobre las tabletas de las inscripciones, desde su hallazgo en 1776. Una de las primeras obras que se ocupa de ellas y de las inscripciones de las peanas se debe a Antonio Valcárcel Pío de Saboya y Moura, Conde de Lumiares. De él se sabe que escribió un manuscrito con el expresivo título Ilustración a las Inscripciones y Estatuas antiguas que se hallaron en la villa de Almazarrón, reino de Murcia, en el año 1776.

Texto de la página 361
Por tanto, recomendamos encarecidamente esta obra de Noguera y Navarro, publicada en 1995, “El conjunto escultórico consagrado por el dispensator Albanus (II). Consideraciones para su estudio epigráfico e histórico-arqueológico”, en la revista Verdolay, número 7. En ella están las referencias y toda la literatura que habla de las esculturas encontradas en la villa del barrio de la Serreta en Mazarrón, así como la descripción del hallazgo y del contexto histórico y físico. Eso lo dejaremos para, en otra ocasión, rescatar otros detalles la ciudad romana y desarrollarlos.
De todo lo tratado en estos documentos nos quedamos con la existencia de un municipium. Pero lo que no está probado, más allá de la interpretación de las placas, es el nombre. Es decir, que ese municipium se adjetivase ficariensis o que la población se llamara Ficaria, como más allá, en extremo, apuntan algunos.
Todo el origen del equívoco de la existencia de un Municipum Ficariensis, después aceptado y ampliado por Borja Díaz Ariño y Juan Antonio Antolinos Marín, incluyendo la Societas Ficariensis, e incluso un formato distinto de la placa de los dioses y del tipo de plomo, está en el trabajo de Juan Lozano (1794) Bastitania y Contestania del Reino de Murcia, que trataremos en el apartado siguiente.
Pero, como después veremos, quien pone las cosas definitivamente en su sitio es Ramallo Asensio (2006) en su trabajo Mazarrón en el contexto de la romanización del Sureste de la Península Ibérica. Eso será en el apartado siguiente.
[1]

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El DOI es 10.13140 / RG.2.2.35244.90243
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