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Corinto

  • Foto del escritor: Miguel Zapata-Ros
    Miguel Zapata-Ros
  • 10 jun 2021
  • 10 Min. de lectura

Actualizado: 11 jun 2021




[1]


Saulo ha salido a pasear por el camino que conduce a Patrás. En un momento se detiene a descansar en una especie de atalaya junto al camino. Desde ella, cerca de Palaia, de la provincia de Alcaya, en el camino de Corinto a Patrás, Saulo observa la bahía. Es un claro día de principios de febrero. Al fondo, al otro lado del Golfo de Corinto ve las casitas de Paralia Tolofonos. Esta visión la recordaría años después, estando en Ilucro, en la quinta donde Cayo Rubellius lo alojará. Entonces verá, como ahora, una bahía, a la que llaman los oriundos Bahía de Ficaria y, al igual que ahora ve al otro lado las casitas de Paralia Tolofonos, verá las del poblado de Thunnina. Años después, sentirá una cierta nostalgia que ahora presiente, quizá también por las detalladas visiones y experiencias que le ha transmitido Yaakov de sus viajes. Una sensación de trabajo inacabado le invade. Ha estado viajando por todo el Este del Imperio, por Asia. Pero, ¿qué hay al otro lado del mundo? Sabe, a través de los relatos de los hermanos procedentes de allí, que hay un terreno por labrar que espera. Esa parte de los dominios de Roma es una zona propicia y fértil para el crecimiento de la nueva fe, para que germine la palabra. Para que las enseñanzas de Yoshua penetren en los corazones que, si bien están curtidos por la vida, están vírgenes y ávidos de esa esperanza, hartos del estado de cosas en que está sumida Roma. Muchos de ellos son militares licenciados y hombres de estado que se han ido allí por llevar una vida tranquila, huyendo de las depravaciones de Roma y de la corrupción que reina en la urbe.


Va a ser entonces, con estas ideas, con las que va a redactar una nueva carta, no tanto para los romanos de la urbe como para los ciudadanos de todo sus dominios, incluyendo los de zonas tan alejadas como las tierras de Hispania. Por supuesto, en ella plantearé a los romanos la necesidad de que le ayuden en su viaje. De esta forma tanto es su anhelo que considera la urbe como una estación de paso hacia la lejana tierra de poniente.


Con esta esperanza llega Paulus a Corinto, procedente de Éfeso, lleno de expectativas. Muchos de los hebreos de Corinto procedían de Roma, de donde habían sido desplazados por presiones de los banqueros y comerciantes romanos ante Claudio, que los veían como una competencia desleal y peligrosa, aun habiendo adquirido la ciudadanía.


Como siempre hacía, cuando llegó fue a buscar alojamiento en el barrio judío con las referencias que tenía. Allí se volvió a encontrar con un matrimonio romano de origen judío, de los expulsados de Roma, eran comerciantes y fabricantes de telas para tiendas. Habían coincidido en Éfeso con Pablo. En ellos encontró la más generosa hospitalidad que le podían ofrecer dentro de sus circunstancias, con su estatus. El esposo se llamaba Aquila y la mujer Priscila. Los dos eran originarios del Ponto. En Corinto alquilaron una casa y en ella establecieron su industria. Con ellos, Pablo encontró hospitalidad y trabajo. Pronto construyó con su ayuda una comunidad, y a partir de ella otras.


Cerca de la sinagoga tenía su casa un romano proselitizado de origen latino, llamado Ticio Justo. En ella estableció Pablo la primera sede de la comunidad en Corinto. Allí predicaba y ofrecía los primitivos sagrados misterios. Todo ello compatibilizándolo con sus tareas laborales en los talleres de Aquila. Progresivamente, miembros de la comunidad judía de religión hebrea se fueron convirtiendo a lo que era todavía una variante del judaísmo, pero cada vez menos: La práctica religiosa que lideraba Pablo. Esto sucedió con el jefe religioso de la sinagoga en Corinto, Crispo, que se bautizó con toda su familia. De esta forma, poco a poco, las familias se constituyen como núcleos que se convierten en las iglesias locales, y en conjunto constituyen la estructura básica de la Iglesia cristiana primitiva.



Un día estaba leyendo los rollos que le había facilitado Lucas. Estudiaba la vida, sobre todo las palabras y el sentido de las enseñanzas de Morenu. Oyó unos pasos en el empedrado y unas risas femeninas.

Vio que se acercaba Aquila acompañado por una joven vestida con una leve túnica de algodón

- Hola Paulus, veo que no cesas en el estudio. Te presento a Febe. Ha oído hablar de ti y quiere conocerte.

- Sí. Ardo en deseos de conocerte - comenzó la muchacha directamente su interpelación - para oír en vivo lo que tantas veces se comenta en los círculos que frecuento. El testimonio, aunque sea indirecto de la palabra de Yeshua, de Morenu, pero sobre todo la interpretación que, según lo que he oído, haces de ella. Lo que piensas de la familia y de los hábitos morales que la fortalecen, que son los que nos acercan a Elohin - aunque el diálogo se produce en latín, a veces con términos que corresponden a conceptos filosóficos en griego, Febe utiliza el término hebreo que significa la máxima consideración de Dios - No me interesa lo que se dice, lo que dicen mis padres y amigos sobre temas banales, prosáicos, como que exista un rey, o un grupo político, que se opone al César y de que exista un orden de las cosas que subvierta el que hay. No me interesa la política. Quiero ser madre, tener hijos y familia. Las ideas que se tienen, que tienen mis amigos y mis amigas sobre el sexo, las relaciones entre hombre y mujer, o entre hombres y mujeres, no me interesan ni me convencen, son igualmente banales, a veces rayan la obscenidad, pero sobre todo creo que atentan directamente a la esencia de nuestra animus. En ese sentido me interesa mucho o que he oído decir de ti. Las ideas que sostienes sobre que el animus va ligado a la naturaleza de hombre y de mujer, no a la de ser judío o romano. Porque lo que pienso es que la moral natural, en aquellos casos en que se ignore la Ley de Elohin y al mismo Elohin porque seamos gentiles, es equivalente a los preceptos de la ley antigua, la ley de Moisés que tenéis los judíos, que por otro lado es en esencia lo que nos inspira el animus.


Ante tal desbordamiento de ideas expresadas de forma tan directa, Paulus suspira. Mira fijamente a Febe. Ella no aparta la mirada. La sostiene inquisitiva. Tampoco hace ningún afectado mohín. Se nota que es profunda su inquietud, que se revelas en sus ojos color miel, brillantes. Sin duda, piensa, han de ser muy fuertes las experiencias de esta mujer, y sus pensamientos para que pregunte de esta forma. Su corazón demanda con fuerza respuestas a preguntas de cuyo contenido dependen convicciones que la hagan salir de un estado de máxima turbación. Toma tiempo y aire para la respuesta. Cayo observa igualmente expectante, sin duda ha sido él quien como viejo amigo de Febe y consciente de su inquietud y de sus confidencias ha sido quien la ha llevado allí.


- Es cierto lo que dices, no he sido testigo directo de la vida, de las obras y de la predicación directa de Yoshua. La conozco a través de nuestros hermanos que vivieron con él. Particularmente a través del trabajo de Lucas. Pero hay dos cosas que me sitúan con cierta ventaja en este tema, de una de las cuales no me enorgullezco. He estudiado profundamente todo el cuerpo de doctrina que se deriva de las palabras de Morenu. Lo he hecho para perseguirlo, para destruirlo. Ello me da una ventaja muy fuerte sobre los demás, que no han visto aspectos desde esa posición, otros les han sido ocultadas por la fe y la adhesión incondicional, o simplemente les han pasado desapercibidas. No obstante, conozco su faceta humana, he vivido con María en Éfeso, y he convivido con Yohanan, Cefas, Yaakov y todos los que participaron directamente de su vida. Sé cómo es como hombre, de manera que la pulsación humana tampoco me es ajena y no enturbia la razón de mi análisis. Pero la otra cosa es que, humildemente, he podido aplicar las herramientas de conocimiento de que me ha dotado mi instrucción helena y latina. He querido ir más allá de sus palabras y de sus enseñanzas. He visto en ellas que no se refería a los judíos sino al hombre.

» La otra gran cosa tiene que ver con ese gran tesoro que Dios ha dispuesto para el hombre y él muchas veces no sabe qué hacer con ella: Me refiero a la sarx y a su uso -Paulus usa deliberadamente el griego para referirse a este término y evitar las posibles connotaciones que tiene su equivalente en latín o incluso en hebreo o en arameo-. Y eso es causa de grandes disturbios en las sociedades de todos los tiempos. También en la romana: Nuestro Morenu vino a poner las cosas en su sitio en esta cuestión, esa es la interpretación que humildemente pude hacer y eso es lo que quiero poner de relieve en la sociedad de nuestros días. Y hete aquí que, como muy bien dices, he tenido la suerte de que ese planteamiento ha hecho mella. Ha prendido en algunos sabios pater familias de Roma.

» Me explico. Las palabras y los conceptos sarx, carne, encarnación y reencarnación son comunes en nuestra tradición, en la helena y en la latina. Tienen muy distintos significados, pero el mas profundo es la pertenencia a una misma cosa muy íntimamente unida, podríamos decir con una unión muy parecida a la que tienen distintas partes de nuestro mismo cuerpo.

» Pertenecer a una misma carne es lo que dicen los padres de sus hijos y los hijos de sus padres, de sus hermanos y de sus abuelos. Los hijos heredan la forma de ser y los rasgos físicos de sus padres. También heredan su fortuna. Los padres se esfuerzan por dejar una herencia a sus hijos como sinónimo de bienestar y muestra de amor. Igualmente no desean, sería lo último que esperan, que les suceda que ese esfuerzo y esa riqueza sea utilizada por alguien a quien piensa no le pertenece. Sea usurpada o arrebatada.

» No es baladí la cuestión. Este sentimiento está muy consolidado, es connatural al hombre. Tanto es así que, basado en este sentimiento, en este animus, nace la herencia que hace posible y asegura este bienestar a la descendencia, a los que son de la misma sarx. Y la acumulación. Es lo que hace fuertes a las familias, a las gens. En realidad, por eso y para eso nace la república. La necesidad de garantizar ese derecho impulsa la creación de leyes e instituciones que defiendan la propiedad, la creación de riqueza, su defensa y la transmisión legítima mediante la herencia.

» En la sociedad primitiva y en las sociedades alejadas de Dios, el hombre sólo trabajaba para satisfacer las necesidades inmediatas. Con el mandato divino del Génesis, creced, multiplicaos y dominad la tierra, el hombre crea un excedente, puede mejorar la vida de sus hijos que de esta forma parten para la vida en una mejor situación que ellos.

» La fortuna es apreciada y considerada como el sumo bien, una bendición de Dios. No faltaba más que una cosa; la institución que no sólo asegurase las nuevas riquezas de los individuos contra las fuerzas disolventes de la constitución gentil, que no sólo consagrase el patrimonio e hiciese de esta santificación el fin más elevado de la comunidad, sino que, además, imprimiera el sello del reconocimiento general de la sociedad a las nuevas formas de adquirir la propiedad y de trasmitirla a los descendientes, protegiendo además de los advenedizos y usurpadores; en una palabra, faltaba una institución que no sólo perpetuase esa organización de la sociedad, sino su trasmisión. Y esa institución nació desvinculada de Dios, recordad lo que dijo Morenu: “dad al César lo que es del Cesar”. Se inventó el Estado,… la República, el César.

» Por tanto, el concepto de sarx como descendencia es asumido por la republica que de esa forma asume el espíritu sagrado de la palabra de Dios y que las Escrituras le atribuyen. Más allá de lo que digan los dioses paganos. Eso está escrito en el alma de todos los hombres, sean judíos o gentiles.

» Otra acepción es la del cuerpo. El cuerpo humano es donde se produce el fenómeno de la descendencia, donde se materializa esa aspiración escrita en el animus. Debe ser sagrado porque es un templo donde se desarrolla una función sacra. Las leyes de la republica deben igualmente proteger el cuerpo de la mujer y deben proteger a ésta del abuso del hombre.

» Sin embargo sarx es también lo que no es animus, en contraposición a él, a su naturaleza. La sacralidad, el carácter sacro, que le atribuye la potencia de la descendencia, la capacidad del hombre de reproducirse, por esa misma realidad dual, necesita una referencia de la materia exenta de alma. A eso en nuestra sociedad y los filósofos también le llaman carne. Es la potencia contraria al alma. Es lo mundano frente a lo sagrado. De esta forma podemos decir que la gran crisis de la sociedad romana actual es la preeminencia de esta otra dimensión. Al desacralizar el acto de la creación de la descendencia, y porque ahí Dios ha puesto un premio, el placer, nuestra sociedad se ha quedado con esa parte. Los poderosos hoy ejercitan lo sexual como fruto de placer exclusivamente. Eso, por ser un ejemplo e incluso una distinción, lo imita el pueblo. Ya constituye una costumbre social. No estaría mal si no tuviese más consecuencias. Pero entra en conflicto, un fuerte conflicto, con lo que te he dicho antes ¿Cómo se asegura un padre que con sus hijos cumple su más sagrada misión, la de trasmisión de su alma, si se trivializa la paternidad a través del acto de ejercer el sexo banalmente? Lo que justifica al hombre, su esfuerzo su vida es transmitir la vida a sus hijos. Si eso se quiebra,... ¿qué queda?

» Esa pregunta y esa turbación es la que invade a los romanos de toda condición, a los Gentiles, también a los judíos, pero eso ya venía de antes.

» Esta práctica contraviene la Ley de los judíos y la conciencia de los gentiles basada en la ley natural, la que inspira su animus. Es la nueva idea de peccātum. ¿Qué es más importante contravenir la Ley o contravenir la conciencia?

» Esa es la última idea de sarx que quería trasmitirte la debilidad humana que hace que el hombre caiga en el nuevo pecado.


Febe asiste extasiada. Piensa y siente que Paulus va dándole con sus palabras forma a su propio pensamiento. Cada frase la reproduce en su cerebro adelantándose a veces a la propia verbalización de Paulus. Externamente eso se percibe en un brillo especial de sus ojos. Como profunda conocedora de las cuestiones que turban a los patricios romanos, a los que conoce bien, su entusiasmo no tiene límites ¿Cómo este pequeño y humilde judío ha podido recalar de forma tan certera en el pensamiento y en los temores de una amplia capa de la sociedad romana, de los honrados y cabales pater familias? Pero no solo de ellos, también ha conectado - piensa- con las ideas del ciudadano común, los comerciantes y artesanos, los militares…

- Así pues - continúa Paulus- ¿qué espíritu insufla lo que en un momento puede ser el fin más sagrado de la creación, la trasmisión del alma, de la persona, de los padres a los hijos, y en otro puede ser utilizado como un fin en si mismo: el sexo y el placer exclusivamente, desvinculándolo del fin sagrado, ¿e incluso llegando al extremo de que se pueda volver contra él?

» La disyuntiva es: ¿el sarx, el espíritu que hay tras el placer sexual, o éste?


La charla continúa. Febe le interroga sobre aspectos particulares de su larga exposición.

En días sucesivos continúan las conversaciones sobre estos temas. La confianza entre Paulus y Febe se acrecienta. Aquella ve confirmadas y reforzadas sus expectativas, incluso se ven incrementadas. Y éste ve en ella una excelente colaboradora. Mentalmente la va acoplando en sus planes para viajar a Roma y, desde allí, preparar su viaje a Hispania.


 

[1] Mosaic St. Paul is part of the 'Vatican Splendors' exhibit at the Franklin Institute.

CITTA DEL VATICANO

 
 
 

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